Los héroes eran hombres tales como Aquiles, Hércules, Perseo de Argos, Odisea de Itaca, Jasón de Tesalia, Teseo de Atenas o Heracles de Tebas.
Todos los héroes eran muy valientes, luchaban con tremendos monstruos, hacían viajes épicos a través del mar, lograban poderosas y celebradas victorias o ejecutaban tareas imposibles para el resto de los helenos.
Una vez que un héroe había dado su palabra, los helenos daban por seguro que la cumpliría a cualquier precio. Y en eso radicaba todo su valor: casi siempre lograban sus objetivos.
En la mentalidad de aquella época, los griegos consideraban las acciones de los héroes como lo más cercano a la perfección de los dioses que podían alcanzar los hombres.
El más fuerte y más famoso de todos los héroes helenos es, sin lugar a dudas, Hércules. Es hijo de Zeus y Alcema. Su leyenda comienza nada más nacer, ya que Hércules ahogó en su cama a dos serpientes enviadas contra él por Hera. En edad adolescente, cuenta la historia que se unió en una sola noche a las cincuenta hijas del rey Tespias.
Más tarde, furioso, dio a su mujer, Megara, y a sus hijos. Después de haberse purificado en Delfos, se fue a Tirinto, donde quedó sometido a Euristeo rey de Micenas. Por orden de éste ejecutó los doce célebres trabajos: capturó el Toro de Creta, dio muerte al León de Nemea, etc.