La fiebre por el atletismo se ha extendido por todo el mundo. Son miles los fanáticos del running que realizan escapadas a diferentes partes del mundo para participar en las carreras más prestigiosas del planeta.
Una de esas citas de gran relevancia es la Maratón Clásica de Atenas, en la que participantes de más de 50 países compiten en este evento famoso en todo el mundo.
Correr por las calles de la capital helena es un verdadero lujo, aunque la prueba de 42 kilómetros no es apta para todos los públicos, ni mucho menos, sólo para aquellos deportistas que llegan con una cualificada preparación previa.
Espartatlón es otro evento deportivo de Grecia, uno de los más extremos y duros de la escena deportiva.
La posibilidad de correr en la meca del Olimpismo, en la ciudad y el país que albergó primeros Juegos Olímpicos modernos en 1896 transmite na emoción especial, un sentimiento difícil de explicar.
Desde su nacimiento en el año 1983, la Maratón de Atenas se ha celebrado generalmente en el mes de noviembre, en memoria de Gregoris Lambrakis, un atleta, científico y miembro del Parlamento Griego que fue asesinado en 1960 y que se convirtió en un símbolo de los derechos humanos.
Pero hay otra competición pedestre que es aún más sacrificada y dura que esta maratón. Nos referimos al Espartatlón, una carrera que discurre desde Atenas hasta Esparta. Lo más llamativo de esta cita es que no existe ningún premio para el ganador, lo que demuestra la filosofía pura de esta prueba.
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