Con la llegada del buen tiempo comienzan a tener lugar los acontecimientos más destacados en la vida de muchas parejas: el día del matrimonio. Sabemos de buena tinta que organizar una boda no es un asunto baladí. Meses de preparación, cuadrar las mesas, un gran desembolso y organizarlos todo deja en los recién casados un agotamiento que pone a prueba el amor más sincero. Pero tras el gran día llega lo que muchos esperan en realidad: el viaje de novios. Unos días para descansar, desconectar y relajarse después de dolores de cabeza, sufrimiento y extenuación.
Viajar a Grecia es una opción magnífica para esa escapada romántica que muchos ansían. Hay muchos destinos de luna de miel dentro del país, pero ninguno es tan sorprendente y cautivador como la isla de Santorini.
Desde el mismo instante en el que desembarcas en este lugar hasta el tiempo en que que tienes que regresar a España, los recién casados disfrutarán de todo lo que esperen: Buen tiempo, relax, lujosos hoteles, playas de ensueño, selecta gastronomía y decenas de actividades para realizar en pareja.
Resulta espectacular el gran número de cuidados arenales donde disfrutar del mar y el sol. A todo el mundo, se esté o no de luna de miel, le encanta pasar tiempo en la playa. Casi todas las playas de Santorini tienen un extra: están llenas de formaciones geológicas y arena negra, blanco e incluso roja. La playa más famosa de Santorini es Red Beach, donde se puede uno sumergir en agua caliente cuando se toma un baño allí.
Para disfrutar d ellos otros placeres de la vida, comprar, comer y pasear, recomendamos el bello pueblo de Oia, un rincón tranquilo y pintoresco. Se localiza en la cima de un impresionante acantilado en el extremo septentrional de Santorini. Resulta inigualable presenciar un atardecer con vistas a los sublimes volcanes de Palia y Nea Kameni, así como la vecina isla de Thirassia.
Otra de las actividades para llevar a cabo en este viaje de novios son las visitas a las bodegas. Santorini es tierra de vinos, caldos aromáticos de primera calidad y que son únicos, ya que las vides crecen en un entorno volcánico que confiere al vino unos matices inigualables.
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