Antes de que acabe nuestra existencia tenemos que tener tiempo para gozar de muchos paraísos perdidos. Hay, al menos, 43 lugares que no debemos perdernos antes de morir, según la Smithsonian Life List, y entre ellos está, por supuesto, Santorini, junto a la Acrópolis de Atenas.
Gozar de la vista espectacular del mar Egeo, con el azul más perfecto que podamos imaginar. Vivir instalados en el borde del mundo, en un mirador privilegiado. Así se sienten los viajeros que descubren el edén en la tierra, el paraíso de Santorini, la isla más meridional de las Cícladas, en Grecia.
Si aún no conocen este sueño, pueden realizar un magnífico crucero por las islas griegas a precios más que sorprendentes.
En Santorini hay unos acantilados espectaculares que miran hacia una laguna de unos 400 metros de profundidad, que se formó hace unos 3.600 años, tras una catastrófica erupción volcánica que creó un enorme cráter.
Lawrence Durrell, el novelista del británico del siglo XX que pasó su infancia en la isla de Corfú, escribió que se han escrito escasas descripciones de calidad de Santorini porque «la realidad es tan sorprendente que la prosa y la poesía siempre irán por detrás de su belleza».
Las playas, muchas de ellas de arena volcánica negra, son vírgenes y sirven de trampolín a un mar Egeo cálido con un azul imposible.
Uno de los pueblos de postal de esta isla es Oia. Quienes lo visiten descubrirán, en pleno siglo XXI, la arquitectura intacta blanca, con colosales villas del siglo XIX propiedad de antiguos comerciantes, las iglesias con sus cúpulas y techo de color azul cobalto, tiendas pequeñas donde uno puede buscar túnicas bordadas a mano o pulseras de plata adornadas con delfines saltando, bolsitas de lavanda o paquetes de té, tisanas de hierbas secas y muchos más productos de la artesanía y de la agricultura ecológica local.
Un lugar para perderse. El mejor destino para un crucero inolvidable.
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