Un corazón verde en medio de una gran ciudad, caótica a veces por el tráfico, pero siempre bella. Así es el destino que hoy les planteamos: una escapada singular a Atenas.
Porque la gran capital griega, además de cosmopolita e histórica, también encierra muchas sorpresas para los turistas y viajeros que la visitan por primera vez, hoy nos proponemos conocer algunos de los rincones de los que menos se habla en las guías, de esos lugares plagados de encanto que sin embargo permanecen a la sombra de otros grandes monumentos de la antigüedad.
Junto al Parlamento y a la Plaza Sintagma, en pleno epicentro ateniense, se encuentran los Jardines Nacionales de Atenas, una gran mancha verde de 160.000 metros cuadrados de superficie, un verdadero pulmón para los atenienses, con más de 500 variedades de árboles y plantas de todos los lugares del mundo.
La Reina Amalia creó estos jardines para uso propio en el año 1839, aunque este gran espacio no fue abierto al público en general hasta el año 1923, rebautizandolos como Jardines Nacionales y destinándolos para uso y disfrute de todos los paseantes.
Friedrich Schimdt fue el encargado de diseñar este gran oasis para los sentidos, que se puede visitar desde el amanecer hasta la puesta del sol y ofrece estampas idílicas de Atenas.
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