El nombre de este mágico lugar, Kastoria, se debe a que hace no demasiado tiempo toda esta región del lago y sus alrededores estaba poblado por numerosos castores, animales de los que, como decíamos, toda su nombre. Aunque los castores ya no se encuentren y se hayan extinguido, debido al avance del ser humano, esta localidad del norte de Grecia sigue siendo un refugio de paz, calma y tranquilidad para todos los que busquen otro tipo de experiencia durante su viaje a Grecia.
En efecto, se trata de un rincón no demasiado conocido, alejado de los circuitos turísticos más habituales, con temperaturas generalmente más suaves en verano que en la zona sur del país y en las islas y que rezuma una tranquilidad que a buen seguro envidiarán los que pasen por Atenas, la capital y muy poblada capital de país griego.
Aunque es cierto que los castores desaparecieron en toda esta región helena, hay que decir que Kastoria ha sabido mantener una tradición de artesanos peleteros expertos en pieles, que es la principal fuente de riqueza de esta ciudad.
La primera impresión cuando uno llega a Kastoria es la una ciudad anclada en el pasado, es casi como una antigua ciudad del salvaje oeste estadounidense, ubicada frente al lago Orestiada, emplazada entre dos montes, y habiendo sabido conservar un halo de misterio, nostalgia y aroma a pasado.
Otro de los puntos fuerte de Kastoria es el enorme y bien conservado patrimonio que atesora, destacando cerca de 50 iglesias bizantinas y postbizantinas que cuentan con unos frescos de gran valor.
Además, este municipio destaca por importantes mansiones construidas en los siglos XVII y XVIII. Estas edificaciones recibían en nombre de “arhontikas” porque sirvieron como vivienda de los arcontes, término con el que se denominaba a los vecinos más importantes del pueblo que se dedicaban precisamente al comercio de pieles.
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