Dicen de él que es la obra de arte más bella jamás en el mundo construida. Ciertamente el Partenón de Atenas es una de las joyas de la Humanidad, un verdadero tesoro, legado por la antigua civilización helena a las nuevas generaciones.
Este templo se construyó en el año 447 antes de Cristo, según datan las crónicas recogidas por los historiadores. De su proyecto se encargó el célebre maestro Fidias, responsable de la edificación de todo el conjunto de la Acrópolis ateniense.
El templo del Partenón es dórico y como anécdota en su construcción se empleó una fórmula matemática, según la cual el número de columnas laterales siempre es igual al número de columnas frontales multiplicadas por dos y más uno.
Pocas personas saben que fue construido en mármol policromado en vivos colores, como dorado, rojo, azul o verde, aunque con el paso de los años y la erosión de los elementos climáticos han dejado su figura completamente blanca.
El término Partenón significa literalmente residencia de los jóvenes y estaba dedicado a la diosa Atenea. Sus dimensiones son descomunales, con 30,9 metros de ancho, 69,5 metros de largo y aproximadamente 10,4 metros de altura.
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