Decenas de preciosos barcos de pescadores amarrados, decorados con vivos colores, casas bajas de un blanco nuclear, techumbres de paja y una sensasional iglesia de relegión ortodoxa, dominando desde lo alto toda la bahía que da al mar. Este es el escenario con que uno se encuentra la primera vez que llega a la una de las miles de islas griegas y pueblos que jalonan el Mar Egeo y el Mar Mediterráneo. En el caso de Pilos, es sin duda, uno de los máximos exponentes de esta forma de construir, de sentir, de vivir, de entender la existencia.
Se trata, en efecto, de una de las localidades con más encanto de todo el Peloponeso. Hablamos de un municipio de dimensiones reducidas, donde el siglo XXI se resiste aún a entrar, pues reina la calma y un estilo de vida tradicional. Pilos se encuentra situada estratégicamente en el extremo de una preciosa bahía de enormes dimensiones. Rodeando esta bahía, vegetación. Numerosísimos son los pinos y también las chumeras, muy típicas de esta zona de Grecia. Apostado y casi cobijando la entrada del puerto natural, aparece, majestuoso, el islote de Sfatiria, uno de los rincones qe más sorprenden y gustan a los miles de visitantes que cada día incluyen a Pilos en su ruta de viajes a Grecia.
Una vez dentro de la ciudad, mientras recorremos las pequeñas calejuelas empedradas, hallaremos dos imponentes castillos, uno en cada extremo de la urbe. El Neo Kastro es el que está mejor conservado de ambos, rodeado por una muralla gigante. En el interior alberga una pequeña iglesia que anteriormente fue también una mezquita. También conserva en buenas condiciones un lúgubre y tenebroso patio con mazmorras, que según los habitantes de la zona, fueron utilizadas como prisión en el año 1900.
Algo más alejado del núcleo urbano se halla el segundo castillo. Esta segunda edificación defensiva tiene la denominación de Paleo Kastro y dista unos 6 kilómetros del centro de la ciudad. Los elementos naturales han deteriorado su estructura, lo que le da mayor encanto si cabe aunque se mantiene recio y solemne, dominando desde las alturas la colina de Corifasio.
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